@juancarreno

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El Jesús mío (y el Padre Nuestro)

In País on septiembre 2, 2014 at 8:35 am

El biteismo chavista en una imagen (Foto tomada de «El Universal»)

 

Aunque la adaptación no es nueva, el día de ayer saltó a la atención de la opinión pública la adaptación chavista de la oración católica «Padre Nuestro», de altísima significación para los seguidores de Jesús porque, según la fe católica, es la única oración de la que se tenga registro que fue directamente enseñada por Dios al hacerse hombre.

La reacción de la oposición en la que me incluyo abiertamente  (tanto en la reacción, como en la oposición, quiero decir) fue de incredulidad e indignación religiosa, más que política.

Nada malo en eso.

Nada malo en que la oposición (sobre todo la de religión católica) exija respeto y muestre indignación. Nada malo con establecer límites. Nada malo con cansarse del abuso.

Pero mientras pensaba en eso, recordé la formación católica que recibí de niño.

Recordé a un Jesús contestatario y argumentativo, lleno de parábolas sencillas de entender, pero con la profundidad de toda verdad peligrosa. Y recordé a un Jesús con un mensaje que -muchísimas veces- enfatizaba la misma lección:

«Prestemos menos atención a las formas, y más atención al fondo».

Entonces volví a mi reacción de indignación, pero volví distinto.

Volví a leer las reacciones de la gente. Volví al «esto es inaceptable» que generó el famoso «Padre Nuestro Chavista». Y me resonó como un eco. Inaceptable. Inaceptable. En todas las conversaciones sobre el tema, esa palabra (o algo parecido) era la norma. Y no pude evitar preguntarme (como si fuera un adolescente cristiano evangélico norteamericano)

«What would Jesus Do?» «¿Qué habría pensado Jesús de esto?»

Y lo que me imaginé me hizo sonreír.

Imaginé a un Jesús hispter, teléfono en mano, abriendo una cuenta en twitter, sonriendo por la «travesura» chavista (sabiendo algo que ellos no saben: que pronto serán historia y no tendrán el poder, como siempre pasa).

Imaginé un «Jesús 2.0», reclamándole al gobierno:

-«Inaceptable es que 20 mil personas mueran al año de bala bajo un gobierno que grita que quiere paz».

-«Inaceptable es que reciban tanto dinero, y tengan petróleo a 100 dólares, y justifiquen la miseria recordando cenas de perrarina que nunca fueron la norma, ni cuando el petróleo estuvo a 9 dólares».

-«Inaceptable es enseñar al pueblo a rogar, en lugar de enseñarlo a merecer».

-«Inaceptable es que anuncies con bombos y platillos soluciones que son a medias, para metidas de pata que fueron completas. No se aplaude al que te obsequia y te coloca una curita, si fue él quien te cortó con un cuchillo».

Y luego, volteando hacia las cuentas opositoras, reclamándoles:

-«Inaceptable es que sea más fácil defenderme a mi, que defender a un desposeído. Dejen que hagan con mi oración un cuento. Dejen que hagan con mi oración una novela. ¡Dejen que hagan con mi oración un reggaetón, si es lo que quieren! Dejen que hagan con mi oración lo que les venga en gana. Porque  ni ellos (ni ustedes) serán juzgados por eso, sino por lo que hagan con el pueblo que les brindó la confianza. Y poco se diferencian en lo que han hecho hasta ahora: han besado el crucifijo, y han maltratado al creyente».

Así me lo imagino. Un Jesús troll. Obligándonos a todos a ver más allá de las formas y las excusas.

El punto de origen (con cariño, dedicado a mis amigos de #LaSalida)

In País on febrero 5, 2014 at 10:04 am
Image

El motor está entonado, la bujía… (imagen tomada de «verdadesyrumores.com»)

MASA CRÍTICA

Ya existen indicadores de que la masa crítica de apoyo popular para un cambio (o, más exactamente, la de rechazo popular al gobierno) fue alcanzada. En términos político/culinarios, el arroz del rechazo contra el gobierno, ya se coció.

Esto ha generado que factores políticos dentro de la oposición se estén movilizando para capitalizar la oportunidad. En realidad, una opción nada cuestionable.

Excepto que, si la agenda es que de verdad funcione para el beneficio de Venezuela, hay un detalle.

EL DETALLE

La clave que aún no parece estar develada en la oposición (al menos en la que juega a un cambio de gobierno en el corto plazo) es que -contrario a lo que puede parecer- el elemento central en un proceso de lucha entre fuerzas con poder similar, no es la masa crítica, sino el punto de origen.

EL PUNTO DE ORIGEN

El punto de origen es el factor que se considera como disparador de los acontecimientos.

No necesariamente lidera, pero sí inicia.

No necesariamente le da forma a la protesta, pero si le da legitimidad.

En términos automovilísticos, el punto de origen es la bujía, no el motor.

No necesariamente tiene la fuerza para sosterner lo que suceda, pero genera apoyo en el resto, sobre todo en la medida en que su protesta se perciba como: 1) con bajo nivel de amenaza para la «masa indecisa» (esa que termina decidiendo con su apoyo hacia dónde se inclina la balanza) y 2) alto nivel de «endorsement», es decir, generan apoyo porque  (ante su protesta) la masa indecisa piensa a) «esta protesta no me va a hacer daño» y b) «esta protesta yo la apoyo».

EL PROBLEMA (Y LA SOLUCIÓN)

No hay masa crítica que se convierta en fuerza de cambio  si no hay una narrativa que convenza a la «masa indecisa» de que lo que se está gestando es: 1) inevitable y 2) mejor que lo que ya existe.

La percepción que la masa indecisa tenga sobre ambos puntos estará condicionada por cuál será el punto de origen: si el punto de origen es una figura política con rechazo en alguno de los dos sectores, el cambio queda vulnerable ante la narrativa de «fue un movimiento creado para aplastar a la otra mitad», mientras que si el punto de origen es una figura con bajo rechazo (o con nulo rechazo en ambos sectores) se amplía muchísimo la posibilidad de que la masa indecisa lo apoye, y las narrativas de los laboratorios de guerra (que existen en ambos lados) puedan vulnerar el arranque del cambio.

¿Cuál es esa figura, ese grupo, ese factor social sin rechazo que es: a) invulnerable al discurso de los laboratorios, y b) con suficiente fuerza para actuar como punto de origen?

Buena pregunta, ¿no?

No sé la respuesta.

Pero dicen por ahí que el grupo demográfico de las mujeres, de nivel socio económico medio y medio bajo, y que son madres, anda muy descontento con el estado de cosas.

Dicen que andan tan descontentas como Leopoldo o María Corina, pero con mucho menos rechazo.

Eso dicen.

Jaque (Parte 2: el reclamo)

In País on abril 18, 2013 at 11:05 am
que nadie le apunte al pueblo...

Éste es el pueblo

I

En breve (cuestión de minutos, horas, o quizás días) el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela accederá a la petición de la oposición de auditar la votación que dió al gobierno la presidencia del país con una diferencia de 1,83 %. Muy probablemente, permitirá recontar, cotejar las actas, y -quizás- hasta acceda a recontar las papeletas. Creo que no permitirá auditar los cuadernos de votación para chequear si votaron doble cedulados, sustitución de votantes, o si votaron personas fallecidas.

Esto nos lleva a la segunda parte de lo que es la estrategia de vencer democráticamente a los sectores autoritarios y dictatoriales del chavismo y de la oposición (que no es lo mismo que vencer al chavismo, que ya cuenta incluso con un chavismo de oposición sobre el que puede leer aquí)

II

Jaque, parte 2: El reclamo

Ante el escenario de que la oposición no pueda escrutar a fondo todas las variables para saber si se torció la voluntad popular de manera cualitativamente relevante (traducción: en caso de que no se puedan revisar los cuadernos para saber si la trampa hizo que se perdiera) el comando Simón Bolívar tiene que decidir entre -al menos- dos escenarios:

Escenario 1: El reclamo visto como el último round

Bajo este escenario, el comando Simón Bolívar se negaría a aceptar condiciones que no sean las que pidió. Mantendría la acción de calle hasta lograrlo (sabiendo que no lo lograría) y llamaría a la protesta continuada y al no reconocimiento del gobierno que se habrá instalado el viernes. La respuesta del gobierno sería contundente, pero la reacción de quien realmente importa (el pueblo, tanto el que votó por el oficialismo, como el de oposición) sería impredecible: a) acción de calle por parte de ambos bandos (acercándonos más que nunca a una guerra civil en la que nadie ganaría) b) acción de calle primordialmente de oficialistas (lo cual consolidaría el socialismo duro y autoritario) c) acción de calle primordialmente de opositores al gobierno (debilitando al gobierno con chance incluso de destituirlo, pero en el camino hiriendo de muerte a la democracia) y d) sin acción de calle, escenario en el cual el resultado sería igualmente el fortalecimiento del gobierno, por tener todos los recursos de comunicación y monetarios.

Escenario 2: El reclamo visto como el primer round

En este escenario, la pelea apenas comienza. Se acepta el conteo bajo las condiciones del CNE, comienzan a llover las insinuaciones de que el comando (y el candidato) se vendieron al gobierno (y el estado las refuerza con grabaciones y declaraciones insidiosas en el canal de TV de todos los venezolanos). La protesta pierde fuerza, el resultado es exactamente el que el CNE difundió el día de las elecciones, el comando Simón Bolívar acepta los resultados, y el gobierno -reconocido nacional e internacionalmente- comienza su período administrativo.

III

Sin duda, el escenario más conveniente para la oposición cuya agenda es la toma del poder por convencimiento (y hasta ahora Henrique Capriles ha dado todas las señas de tener dicha agenda) es el de ver el reclamo como apenas el primer round de una nueva pelea. Un round, por cierto, que es una victoria, por las siguientes razones:

  1. Se logró dejar patente el inmenso rechazo que genera que el poder electoral intente engañar a la población vendiendo el error lógico de que «las máquinas funcionan bien, ergo, el CNE funciona bien». Así como la vinotinto ha llegado a donde ha llegado gracias a sus jugadores y no a los directivos, así mismo los venezolanos podemos ver que no es el equipo de funcionarios de rango medio, ni las máquinas, los que dañan la credibilidad del CNE. El problema es la patanería en el más alto nivel. En una frase: La rectora Lucena se ha convertido en el César Farías de la democracia.
  2. Se desmontó el discurso de que «violencia=oposición». Cuando la opinión pública estaba esperando un escenario de guerra por una llamada a manifestar del líder opositor (y una negativa antidemocrática del presidente acreditado, quien contestó «¡esa marcha no entra a Caracas!») la reacción de la oposición fue desmontar la marcha y llamar a la paz. Los extremos llamarán a ésto pusilanimidad (y los extremos están en ambos bandos) pero el pueblo que hace ganar o perder elecciones, en realidad, lo llamó alivio. La reacción del alto gobierno fue más censura, con el presidente de la Asamblea convirtiéndose en juez y decidiendo no darle derecho de palabra a los diputados opositores por negarse a reconocer la victoria de Maduro, además de 14 puntos de sutura para uno de estos diputados dentro de la Asamblea. Resulta curioso ver cómo pedían cárcel para Capriles por la muerte de manifestantes por ser él el que llamó a la calle, pero no se pide cárcel para el presidente de la Asamblea por una pedrada a un diputado, en un recinto cerrado, lleno de efectivos de seguridad y cámaras de video y en el cuál aún no se conoce ni un sospechoso del acto violento. En este momento, el carmonismo (prohibición y censura de manifestaciones, y suspensión de sus cargos de los funcionarios opositores al poder) está más vivo que nunca: se llama Cabellismo y Madurismo.
  3. Permitirá iniciar una era centrada en acciones de bienestar social, y no en discursos de bienestar social. Capriles, al aceptar a Maduro luego del reconteo, debe incluir en su mensaje la narrativa de «ganaste, y estaré al lado del pueblo y de frente a ti, para que cumplas lo que el pueblo quiere que cumplas». Se convierte en la figura contra el poder de los enchufados. La ineptitud del gobierno llevará siempre a la gente a plantearle a él la denuncia, y él debe escucharla y servir de caja de resonancia. La principal victoria de la oposición, es la victoria de Maduro. En cuestión de días, Capriles tendrá mayor popularidad que el Madurismo. Esto llevará a que, en las elecciones municipales, la presencia de Maduro sea un lastre, y la de Capriles una ventaja. Todo esto en preparación para el próximo escenario de este jaque: la lucha por una Asamblea Nacional en la que se vea reflejado el verdadero país mayoritario: el que está dividido a la mitad en visión política, pero está unido en su indignación contra la patanería, el lujo criminal de la corrupción (socialista y de oposición) y los enchufados. Ése será el siguiente round, y lo importante, más que lograr un knock out, es que el contrincante llegue a él con dolor en las costillas.

Merecernos la democracia no es una carrera de 100 metros planos. Es un maratón. Vamos de segundo, pero con más aliento que el primero.

¿Vamos a detener la carrera?

Jaque (parte 1: el nuevo chavismo)

In País on abril 15, 2013 at 1:39 pm
Éste es el pueblo

Éste es el pueblo

No soy bueno jugando ajedrez. La capacidad de planificar con calma una jugada, evaluando la relevancia de cada pieza, suele llevarse mal con mi tendencia a distraerme en pequeños detalles del juego, o del entorno en el que la partida se lleva a cabo.

En pocas palabras, soy muy venezolano pa’ ese juego.

En estas horas de resaca electoral, la delicada estrategia de esa disciplina parece acercarse mucho a la forma en que todos los sectores deben leer los resultados. Desde mi posición de demócrata, hoy quiero hacer varias «recomendaciones de juego» a la mayoría del país que está representada en lo que, hasta ayer, fue la minoría opositora.

1) El nuevo segmento:

Pocos lo resaltan (el narcisismo es así, no te deja ver más allá de tus narices) pero hoy se ha consolidado como fuerza un segmento que será LA CLAVE en la Venezuela de los años por venir:

Es el sector de los chavistas de oposición.

El líder indiscutible de la oposición, Henrique Capriles (inserte aquí gritito de las fanáticas) en una ocasión en el estado Miranda (estado que gobierna y dónde nació este fenómeno que describo) los denominó «los Cha-Ca»: Chavistas con Capriles.

La denominación era simpática -y pegó- pero ahora es una fuerza más grande que merece otra denominación menos particular. Ni ellos mismos -creo- saben la fuerza que tienen, la influencia que ejercen, y el miedo que generan, entre las filas de los poderosos de este país.

Hay que visibilizarlos, y nada mejor para comenzar a visibilizar a alguien, que ponerle un nombre. Se oyen opciones (sobre todo de ellos mismos, porque sé que me leen, y que el nombre lo deben llevar con orgullo) pero yo, mientras tanto, los llamo así: El Chavismo Desenchufado.

El Chavismo Desenchufado es el de los pobres.

Es el de aquellos que se sienten indignos de tener que perseguir la barriga de un funcionario con un bolígrafo en la oreja para que los meta en un censo habitacional que nunca termina.

Es el de aquellos que entienden que los últimos años de gobierno han sido buenos en justicia social solamente si no tomas en cuenta que el gobierno compara los años en que el petróleo estaba a $9, con los años en que ha estado a $109.

Es el de aquellos que saben que más traición al discurso de Chávez es obedecer ciegamente al entorno que lo engañaba, que criticarlos como debe ser.

Es el de aquellos que saben que, si nos vamos a poner a usar la jerarquía militar en política, entonces lo justo es que el general sea el pueblo, y la tropa sean los funcionarios. No al revés.

Ése es el pueblo que ayer alzó más la voz. Ni usted, ni yo. Ellos. No darles la bienvenida a este lado de la acera sería un error garrafal. Un exceso de Altamira es un error garrafal.

Ese segmento es hoy de apenas unos 700 mil votantes, pero entre las cosas que me ha enseñado la vida, es que si algo es contagioso, es la indignación.

Lo que más recuerdo del día en que un amigo intentó enseñarme a jugar ajedrez, fue su estrategia de enseñanza. «Vamos a empezar por enseñarte cómo hacer jaque al final de un juego», me indicó. Al ver mi sorpresa (obviamente yo pensaba que iba a empezar por enseñarme las estrategias para iniciar un juego, no para finalizarlo) me contestó: «Claro, es importante saber iniciar una partida…pero hay contrincantes tan malos que te entregan la partida en bandeja de plata. Contra ellos, lo más importante no es ser sabio al iniciar la partida. Lo más importante es ser sabio para poder finalizarla».

«Epa Capriles, tírate un credo»

In País on septiembre 26, 2012 at 10:47 am

No confíe en el título: ésta puede que sea la nota más seria que he escrito en mi vida. Siga leyendo:

El ser humano, porque habla y porque piensa, tiene un amor por la trascendencia que lo diferencia de otras especies. Somos más felices en la medida en que, no sólo comemos, vivimos y tenemos buen sexo, sino que -teniendo todo eso- siempre buscamos «algo más»: un significado, algo que nos mueva, algo que nos dé la sensación (real o ilusoria) de sentir que transcenderemos.

Pero algo pasó en el camino de la democratización de lo que llamamos «la civilización occidental»: las democracias europeas y americanas, en su afán de elevar los estándares de calidad de vida material, confundieron la frase «lo material es MUY importante» con la frase «lo material es LO ÚNICO importante» y de allí terminamos -colectivamente- creyendo en una triste afirmación:

«Gobernante que hable bonito, es porque es un hablador de paja».

La afirmación no es una locura: el siglo XX, con sus fascistas y populistas, nos enseñó que los encantadores de serpientes suelen comenzar hablando para el pueblo, y suelen terminar hablando para sí mismos. Pero la falla lógica es evidente: que todos los populistas sean buenos oradores, no significa que todos los oradores sean siempre populistas, ¿Verdad?

La precaución hacia los políticos «pico de oro» es sana, pero el cinismo contra el discurso motivador y la oratoria liberadora, puede llegar a hacernos mucho daño: Venezuela será potencia el día en que dejemos de asumir, como contrapuestos, el amor por el trabajo y el amor por la palabra bonita. Nuestra historia (sobre todo la historia parlamentaria) está llena de personajes que han sido probos, trabajadores, y excelentes con la palabra. El actual presidente, con un carisma gigantesco y una capacidad de análisis y una oratoria muy por encima del promedio, desechó una oportunidad de oro para lograr convertirse en el hombre capaz de darnos palabra y darnos obra, y optó por usar todos esos atributos para terminar de quebrar un país que ya venía resquebrajado. Pero que él haya desechado esa oportunidad, no significa que debamos desechar la búsqueda.

Somos un país que gusta de la palabra bonita. Somos el país en el que un vendedor ilegal de cerveza en el malecón de choroní te canta una rima mientras cae la noche (¡saludos «comando borracho»!) somos el país en el que los noticieros no reportan la «falta de agua», sino la falta «del vital líquido». Somos poesía… a veces poesía muy buena, a veces poesía muy mala, pero así somos.

Y allí es donde entra usted, candidato: ha hecho la que es -sin duda- la campaña electoral más efectiva y completa en la historia de la democracia. Ha hablado lo justo, y lo ha hecho espectacularmente bien (tengo rato que no oigo al presidente decir «¡ése no sabe ni hablar!» ¿ustedes lo han vuelto a escuchar diciéndolo?) y ha creado un efecto cascada que no tengo duda en que tendrá maravillosos resultados el día de las elecciones. Eso no me preocupa para nada.

Lo que me preocupa (gane o pierda, porque no tengo duda de que en ambos escenarios quedará como líder principal de oposición) es que termine la campaña sin dar «el» discurso que nos narre como colectivo, me preocupa que una frase suelta y de campaña (por más buena que sea) opaque la creación del «discurso sobre lo que viene», un párrafo, una pieza de oratoria que una a todos los venezolanos en una visión común.

Me preocupa que no se atreva a lanzarse un credo.

«Tengo el sueño de que un día mis 4 hijos vivirán en una nación que no los juzgará por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter» dijo en tiempos de turbulencia social Martin Luther King.

«El poder, cuando lo logremos, será para el pueblo indio, y serán ellos quienes decidan quién los regirá» dijo Mahatma Ghandi en tiempos en que el sectarismo resquebrajaba la lucha.

«Le confieso a los parlamentarios, y a los que me acompañen en el gobierno, que no tengo más nada que ofrecerles que no sea sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas» prometió Churchill en tiempos de guerra.

Ya estamos en donde parecía difícil estar: en una competencia electoral en la que podemos ganar.

Llévenos a donde -por un momento- creímos imposible estar: por encima en la contienda, con una visión y una promesa que nos incluya a todos.

Sabemos que «hay un camino». Muéstrelo, y nárrelo.

Yo sé que lo puede hacer, y que lo hará muy bien.

Un discurso de 5 minutos, que pase a la historia como la clave que le dio la victoria, que pase a la historia como el resumen de la Venezuela que queremos para el siglo XXI.

Si quiere una fecha y un sitio, creo que la Avenida Bolívar, este domingo 30, podría ser un buen lugar.

Atrévase, los venezolanos necesitamos una nueva épica. De sólo comida y «vital líquido», no podemos vivir. Reúna a su equipo, reúna las cientos de propuestas que ha recibido caminando por el país, y muéstrenos una visión.

Si se atreve, hará historia.

Éxito.

Carta a un indeciso

In País on septiembre 20, 2012 at 5:53 pm

Te juro que este artículo es sobre opinión política, y te juro que hablaré sobre las elecciones venezolanas que nos tendrán atentos a una escalera del CNE el 7 de octubre de 2012.

Te juro todo eso,  pero antes, por favor, contéstame esta pregunta:

¿Qué ves aquí?

Con bastante seguridad puedo afirmar que viste una de dos opciones: o viste un «13» o viste una «B».

Lo que no puedo asegurar de ninguna manera, es que una de las dos respuestas sea «la correcta». Habría un grupo de personas que estarían seguros de que es una «B». Y habría un grupo de personas que estarían seguros de que es un «13».

Y luego estarían, por supuesto, los indecisos.

Esa particularidad, que es apenas un pedacito de una teoría llamada Framing, está ampliamente estudiada, y su estudio fue uno de los que le dio al psicólogo Daniel Kahneman el premio Nobel de economía en el año 2000. Básicamente, el fenómeno describe el proceso a través del cual la decisión de una persona está condicionada a la forma en que el estímulo está presentado. El «frame» (marco o encuadre, en español) es la forma en que se presenta el problema, y será decisivo en la decisión que tome el individuo. Es un fenómeno clave para entender bien las decisiones económicas y políticas de las personas.

El marco en el que está presentado el símbolo en el dibujo anterior, deja dudas con respecto al significado del símbolo. Los indecisos también tendrían razón en estar indecisos, porque «el marco» (frame) de referencia no les da mucha idea acerca de qué significa.

Te juro que este artículo es sobre opinión política, y te juro que hablaré sobre las elecciones venezolanas que nos tendrán atentos a una escalera del CNE el 7 de octubre de 2012. Pero antes, observa el mismo símbolo, en otro «frame» y contesta:

¿Qué ves aquí?

La percepción cambia. El estímulo del medio será visto, por la mayoría de las personas (y por muchos de los indecisos) sin muchas dudas, como una letra «B».

Cambió el marco, cambió el «frame».

Cambió la respuesta.

Ahora, a cumplir mi juramento:

Venezuela ha sido literalmente invadida en su pensamiento político por dos encuadres o «frames»: 

1) El encuadre de la revolución: es el que te dice que te concentres en ver el símbolo:

Te pide y te ruega que veas las misiones, que veas que los viejitos cobran una pensión mucho mayor que la de gobiernos anteriores y la cobran a tiempo. Te pide y te ruega que veas al gobierno de Chávez reivindicando a los pobres.  Te quiere convencer con especificidades que son muy válidas y muy relevantes. Repito: son muy válidas y muy relevantes.

2) El encuadre de la oposición: es el que te dice que te concentres en ver el símbolo así:

Te pide y te ruega que veas el miedo y la muerte constante de venezolanos como el punto central que debemos cambiar. Te pide y te ruega que veas al gobierno de Chávez permitiendo la muerte y la distorsión de los valores democráticos. Te quiere convencer con generalidades que son también (oh, sorpresa) muy válidas y muy relevantes.

Tienen razón los primeros. Tienen razón los segundos. Y, si estás indeciso, tú también tienes buenas razones para estarlo.

Quiero hacerle entender a los de oposición, que la persona que apoya la épica revolucionaria no es «un loco», «un idiota» o «un chabestia»… es un ser humano que valora los logros promovidos por el gobierno, incluso a costa del sacrificio de vidas humanas, porque tiene un gran gusto por la épica militar, y en la épica militar, si no hay bajas, no hay honra. (Queda claro que hablo aquí de los oficialistas «de verdad» no los que están en el poder por el dinero)

Pero también quiero hacerle entender a los oficialistas, que la persona que apoya la visión de la autodenominada «unidad democrática» no es «un apátrida», «un lacayo imperial» ni «un escuálido»… es un ser humano que valora la vida de cada venezolano por encima de la reivindicación abstracta de la dignidad nacional, porque tiene un gran gusto por la épica civil, y en la épica civil,  nunca una victoria es una victoria, si es a costa de la muerte de inocentes. (Queda claro que hablo aquí de los de oposición «de verdad» no los que buscan el poder para enriquecerse).

No iremos a ningún lado si primero no entendemos que cada uno está en su acera por razones válidas: para unos el reto es mantener la dignidad de una patria, para otros el reto es mantener la dignidad de una vida. Dos marcos distintos. Dos respuestas distintas.

Y en el medio tú, amigo indeciso.

Mi sesgo es claro y no pretendo esconderlo, estimado indeciso: yo no creo en dignidades que solo se logran en la tumba. «Independencia nacional», «Dignidad» y «Patria» para mí, es poder salir a la calle, ser tratado con respeto sin importar el color de mi franela, y poder autodenominarme venezolano sin negarle ese mismo derecho a la mitad de mis compatriotas. Yo hago el encuadre en grande, y por ende veo claramente letras:

Mi carta, simplemente,  es para brindarte y explicarte mi marco de referencia si decides votar. Entiende que es sólo mi marco de referencia, y que no tiene que ser el tuyo:

Haz un ejercicio mental, e imagínate por un momento en el año 1998. Es una mañana cualquiera antes de las elecciones presidenciales de ese año, y el comando de campaña de uno de los candidatos te hace la siguiente oferta:

«Mira, te vamos a dar un gobierno que va a hacer unas misiones que van a ayudar a los más pobres, que va a pagarle a tiempo las pensiones a los viejitos, y que va a darle oportunidad de educación a todos los que no se han podido educar. Te garantizo que vamos a lograr eso (y algo más) pero con una condición:debes aceptar que mueran -de aquí al 2012- 140 mil venezolanos al azar, incluyéndote a ti y a tu familia entre los posibles muertos…»

¿Habrías aceptado la propuesta? ¿Crees que una propuesta así era lo mejor que podíamos  esperar los venezolanos para la época con mayor ingreso petrolero en nuestra historia?

De aquí al 7 de octubre, te quedan pocas horas para decidir:

¿Dime: que ves aquí?

Que Dios te acompañe en la mejor decisión.

Sea cual sea, la respetaré.

Pero vota.

Tarde

In País on agosto 28, 2012 at 8:50 am

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Hay reacciones que el ser humano solo aprecia si son espontáneas: un
«buenos días» es mucho mejor recibido por alguien si se da de manera
desinteresada, que si se da acompañado de un «¿Sabes qué? Quería
pedirte un favorcito…» Igualmente, un «yo siempre he confiado en ti»
será más creíble si antes no hubo una mirada inquisidora, de esas que
sospechan, o dudan.

Entre las reacciones en las que más apreciamos espontaneidad está, por
supuesto, el cariño: Queremos a quienes nos muestran comprensión sin
esperar algo a cambio, a quienes nos quieren sin condiciones, sin
esperar un favor.

Un candidato en las elecciones presidenciales venezolanas tomó la
decisión de diseñar una campaña política basada en el amor, y no en la
eficiencia política. Decidió tratar de convencer a los electores
diciéndoles «empátate conmigo» en lugar de prometerles «haré un
gobierno eficiente».

El candidato tomó su decisión, y llegó a hacer varias campañas muy
exitosas basadas en el amor. Un día, la ineficiencia de quienes lo
acompañan (que es lo mismo que decir «su propia ineficiencia» porque
él los escogió) le explotó en la cara. Ese día hubo ineficiencia
gerencial, porque ese día, un accidente que nunca debió pasar, pasó.

El pueblo que buscaba enamorar, como todo humano ante una catástrofe, tuvo
miedos, y tuvo hipótesis. Una de ellas («olía a gas mucho antes de que
explotara») criticaba implícitamente a la gerencia de la empresa,
apuntaba dedos, dictaminaba culpables cercanos al entorno. No era
conveniente suscribirla, pero – a la vez – si tu amas a alguien, no lo
acusas de mentiroso, no lo llamas traidor, no le asomas sospechas.

Porque hay reacciones que el ser humano solo aprecia si son
espontáneas. Y la confianza es una de ellas.

Con el fuego ya apagado, yo sólo estoy seguro de una cosa: yo no sé si olía a gas hace días. Nunca tendré la certeza. Tan cierto
puede ser eso, como puede ser que – una vez ocurrido el accidente- las
personas (ante lo sobrecogedor de la situación) hayan creído que esa
era la explicación, sin que en realidad lo haya sido (mucha gente que
tiene accidentes reporta luego «haber sabido que algo iba a pasar»).
Yo no sé si eso es cierto o no, (¡y ni siquiera descarto el sabotaje!) pero sí sé que la respuesta de un
hombre responsable ante esa sospecha siempre debe ser: «eso se
investigará». Esa era la única respuesta posible.

«Eso se investigará».

Así debía responderse. No tiene por qué creerse, no tiene por qué
suscribirse, pero así debía responderse, y así debía cumplirse. Haber
sospechado, haber dudado y haber acusado, pasará a la historia como
uno de los errores más dolorosos para político alguno en
tiempos de paz. Porque tú no debes dudar de quien enamoras para
defender a otro. Menos si no sabes si ese otro está diciendo toda la verdad.

Tu primera reacción debe ser confiar en ambos, entenderlos a ambos,
escucharles en todo, entenderlo todo. Y hacerlo enseguida.

Porque hay reacciones que el ser humano solo aprecia si son espontáneas.

El candidato del error, para estos momentos, ya reconoce en privado la
equivocación. Es un hombre que enmienda, que retrocede, que sabe
evaluar. Cuando se trata de sobrevivir, rectifica estupendamente.

No lo duden: aunque les parezca increíble, el candidato
rectificará. De alguna manera buscará reconocer el temor y las
acusaciones de los vecinos. Será incluso capaz de decir «me
equivoqué». Hasta una cabeza podría dejar rodar. Pero, por
definición, a estas alturas, no será un gesto espontáneo. Será un
gesto hecho sobre los resultados que sus encuestadores están recabando
en estos instantes. Será un cálculo político. Y será tarde.

Porque hay reacciones que el ser humano solo aprecia si son
espontáneas.

Hay reacciones que, al actuarse tarde, lo único que traen, es el desamor.

Foro histórico (con F de Facebook y h de Henrique)

In País on julio 22, 2012 at 12:14 pm

El siguiente texto es un extracto de la nota periodística de María Alesia Sosa, en la edición impresa de El Nacional de hoy domingo 22/07/2012.

Este foro sería el primero en su tipo en campañas políticas presidenciales venezolanas:

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Interesante iniciativa.