Aunque la adaptación no es nueva, el día de ayer saltó a la atención de la opinión pública la adaptación chavista de la oración católica «Padre Nuestro», de altísima significación para los seguidores de Jesús porque, según la fe católica, es la única oración de la que se tenga registro que fue directamente enseñada por Dios al hacerse hombre.
La reacción de la oposición en la que me incluyo abiertamente (tanto en la reacción, como en la oposición, quiero decir) fue de incredulidad e indignación religiosa, más que política.
Nada malo en eso.
Nada malo en que la oposición (sobre todo la de religión católica) exija respeto y muestre indignación. Nada malo con establecer límites. Nada malo con cansarse del abuso.
Pero mientras pensaba en eso, recordé la formación católica que recibí de niño.
Recordé a un Jesús contestatario y argumentativo, lleno de parábolas sencillas de entender, pero con la profundidad de toda verdad peligrosa. Y recordé a un Jesús con un mensaje que -muchísimas veces- enfatizaba la misma lección:
«Prestemos menos atención a las formas, y más atención al fondo».
Entonces volví a mi reacción de indignación, pero volví distinto.
Volví a leer las reacciones de la gente. Volví al «esto es inaceptable» que generó el famoso «Padre Nuestro Chavista». Y me resonó como un eco. Inaceptable. Inaceptable. En todas las conversaciones sobre el tema, esa palabra (o algo parecido) era la norma. Y no pude evitar preguntarme (como si fuera un adolescente cristiano evangélico norteamericano)
«What would Jesus Do?» «¿Qué habría pensado Jesús de esto?»
Y lo que me imaginé me hizo sonreír.
Imaginé a un Jesús hispter, teléfono en mano, abriendo una cuenta en twitter, sonriendo por la «travesura» chavista (sabiendo algo que ellos no saben: que pronto serán historia y no tendrán el poder, como siempre pasa).
Imaginé un «Jesús 2.0», reclamándole al gobierno:
-«Inaceptable es que 20 mil personas mueran al año de bala bajo un gobierno que grita que quiere paz».
-«Inaceptable es que reciban tanto dinero, y tengan petróleo a 100 dólares, y justifiquen la miseria recordando cenas de perrarina que nunca fueron la norma, ni cuando el petróleo estuvo a 9 dólares».
-«Inaceptable es enseñar al pueblo a rogar, en lugar de enseñarlo a merecer».
-«Inaceptable es que anuncies con bombos y platillos soluciones que son a medias, para metidas de pata que fueron completas. No se aplaude al que te obsequia y te coloca una curita, si fue él quien te cortó con un cuchillo».
Y luego, volteando hacia las cuentas opositoras, reclamándoles:
-«Inaceptable es que sea más fácil defenderme a mi, que defender a un desposeído. Dejen que hagan con mi oración un cuento. Dejen que hagan con mi oración una novela. ¡Dejen que hagan con mi oración un reggaetón, si es lo que quieren! Dejen que hagan con mi oración lo que les venga en gana. Porque ni ellos (ni ustedes) serán juzgados por eso, sino por lo que hagan con el pueblo que les brindó la confianza. Y poco se diferencian en lo que han hecho hasta ahora: han besado el crucifijo, y han maltratado al creyente».
Así me lo imagino. Un Jesús troll. Obligándonos a todos a ver más allá de las formas y las excusas.